Thursday, September 22, 2011

El poder de la mente sobre el cuerpo


El poder de la mente sobre el cuerpo

Se ha convertido ya en un lugar común el reconocer la influencia que ejerce la mente sobre el cuerpo. Todos conocemos lo que hace una actitud positiva al recuperarnos de una enfermedad o cómo el estrés reduce nuestra respuesta inmunológica. Me pregunto sin embargo hasta qué punto ha sido demostrada la relación entre una actitud mental positiva y las enfermedades. O para ponerlo de otra manera: ¿hasta qué punto influye en realidad la mente sobre el cuerpo? ¿Está comprobado en efecto que la mente, nuestros pensamientos o actitudes mentales, son capaces de ejercer un control sobre nuestro cuerpo? ¿Es nuestra actitud mental la causa o el detonante de nuestras enfermedades?

Los que sostienen que la actitud mental es determinante afirman que si la mente puede enfermarnos también puede curarnos. Lo que se requiere es mantener una actitud positiva, mirar el vaso medio lleno en lugar del vaso medio vacío, “visualizar” que nuestro cuerpo goza de perfecta salud y así todos nuestros males desaparecerán. Es más, ni siquiera nos enfermaríamos!

Muchos estudios por ejemplo han demostrado el efecto negativo que tiene el estrés sobre nuestro cuerpo: afecta el sistema inmunológico, produce dolores de cabeza y espalda, insomnio, problemas cardiovasculares, además de causar enfermedades psicosomáticas que nos afectan psicológicamente. Sin embargo hay otras investigaciones, como por ejemplo la llevada a cabo en Dinamarca en el año 2005 que mostró que de 6.689 mujeres aquellas con un mayor nivel de estrés eran 40% menos proclive a tener cáncer de seno.

Lo que en mi opinión nos atrae al defender esta idea de la influencia de la mente sobre el cuerpo es la necesidad que tenemos de recuperar el control sobre nuestras vidas, suponer que tenemos la clave, el método para curarnos o evitar enfermedades. Si nuestra actitud mental es fundamental lo que debemos hacer entonces es reforzar los pensamientos positivos y evitar los negativos, de esta manera garantizamos que nada malo nos sucederá.

La consecuencia sin embargo de suponer que nuestra salud es un asunto nuestro, que depende de nuestra actitud mental o que podemos controlar nuestro cuerpo pensando “positivamente” es que terminamos responsabilizándonos y culpándonos por cualquier cosa que nos pase. Si nos enfermamos es simplemente por culpa nuestra, tiene que ver con algo que hicimos o que dejamos de hacer, o nos alimentamos mal, o no cumplimos con nuestro programa de ejercicios, o estamos estresados, o tomamos o fumamos demasiado. No digo que estas cosas no nos afecten, está más que comprobado que el fumar está asociado al cáncer, que el beber en exceso es malo al igual que el ser sedentario o comer grasas, pero esto no es todo. No podemos olvidar nuestras predisposiciones genéticas y la interacción natural entre nuestro cuerpo y el medio que nos rodea. 

En cierta manera este modo de pensar nos trae tranquilidad porque nos devuelve cierto poder sobre nuestras vidas en lugar de hacernos depender de procesos frente a los cuales no tenemos ningún control. Pero lamentablemente este control no es más que una “ilusión de control”. La vida nos presenta situaciones inesperadas hagamos lo que hagamos. Tendríamos más bien que comenzar a aceptar que hay cosas que pasan a pesar nuestro. Aceptar que no hay garantías, que a pesar de alimentarnos bien, visitar al médico una vez al año, vacunarnos, no fumar y hacer ejercicios aún así podemos enfermarnos. Aceptar que hay cosas que sucederán a pesar de que hemos tomado todas las precauciones posibles. Aceptar que en última instancia nos enfermamos pero también nos curamos, quizás por pura suerte o por alguna razón que no conocemos y que quizás nunca conozcamos.

No digo con esto que no asumamos el control de las cosas que realmente podemos controlar. Sabemos lo que es dañino y sabemos que no es bueno abusar pero debemos saber también que no hay garantías. Ni una actitud positiva ni una negativa va a hacer desaparecer una enfermedad pero mantener una visión optimista de la vida nos hará más llevadera cualquier eventualidad. Creo que el camino hacia nuestro bienestar físico y mental viene fundamentalmente por la vía de aceptar la realidad tal como es liberándonos así de la presión y la culpa que nos imponemos a nosotros mismos cuando las cosas no salen como queremos. 

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